Un tratamiento facial es un procedimiento estético y de cuidado de la piel, realizado por profesionales como esteticistas o dermatólogos, que busca mejorar la salud, apariencia y textura de la piel del rostro a través de limpieza profunda, exfoliación, hidratación y otros métodos personalizados, siendo no invasivo y adaptable a las necesidades individuales de cada tipo de piel.
Objetivos principales
- Limpieza profunda: Eliminar impurezas, exceso de grasa y residuos, desobstruyendo los poros.
- Exfoliación: Retirar células muertas y tejidos para renovar la piel y mejorar su textura.
- Hidratación y nutrición: Aplicar productos especializados como mascarillas y sueros para nutrir y revitalizar la piel.
- Rejuvenecimiento: Combatir los signos del envejecimiento, mejorar la firmeza y la luminosidad del rostro.
- Tratamiento de problemas específicos: Abordar condiciones como el acné, las manchas y el daño solar.
¿Cómo se realiza?
Un tratamiento facial típico puede incluir los siguientes pasos, adaptados según el tipo de piel y el profesional:
- Limpieza: Retirar maquillaje e impurezas superficiales.
- Exfoliación: Aplicar un producto o realizar un peeling para eliminar impurezas profundas.
- Extracción: Retirar puntos negros y otras imperfecciones de forma cuidadosa.
- Mascarilla y masaje: Aplicar una mascarilla adecuada a la piel y realizar un masaje para relajar y nutrir.
- Hidratación y protección: Aplicar productos finales para hidratar y proteger la piel.
Personalización
Cada tratamiento facial se diseña de forma personalizada, teniendo en cuenta las características de la piel (seca, grasa, sensible, etc.) y las necesidades específicas de la persona, como el envejecimiento, el acné o las manchas solares.



